En todas las disciplinas científicas,
(tales como la Química, Biología, Geología, y sobre todo la Física), así
como en las ingenierías, las prácticas de laboratorio han ido perdiendo
cada vez mayor presencia como consecuencia del empuje de las
simulaciones por ordenador, los llamados applets. Desde nuestro
punto de vista, la formación que proporcionan estos no puede ser
sustitutiva en ningún caso de la experimentación en un laboratorio, a lo
sumo, en el mejor de los casos, pueden ser un complemento de la misma. Y
es que hay una inmensa diferencia entre lo que es la búsqueda, estudio y
aplicación de una ley física de la naturaleza basándose en la
experimentación, respecto a la construcción de un algoritmo basado en
dicha ley; y la diferencia está en que, mientras la primera implica
aprehender el método científico, clave este de la formación de un futuro
científico y de un buen técnico, la segunda supone únicamente la
manipulación de un algoritmo preestablecido basado en una ley física,
con poco o ningún margen para la aplicación del método científico.
Un experimento real podrá sugerir
modificaciones sobre el montaje experimental inicial, lo que permitirá
indagar en otros aspectos que no estuvieran previstos en la idea de
partida, algo que difícilmente puede hacerse con unos applets que
limitan completamente la creatividad e iniciativa científica de los
estudiantes, ya que todo el camino y todas sus posibilidades, están
trazadas de antemano, sin apenas capacidad para la sorpresa y la
innovación. Esta, aunque pueda considerarse como un aspecto de orden
filosófico, es la clave del método científico y del desarrollo de un
espíritu crítico científico. En este sentido, un mal montaje lleva a
unos datos erróneos que permiten afinar el espíritu crítico del
estudiante, plantearse cuestiones asociadas al mismo, a la adquisición
de datos y al análisis de los mismos, aspectos fundamentales en la
formación de un científico de difícil implementación con applets.
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