Un psicoanalizante aporta este brevisimo sueño: la imagen de la letra H.
Está dibujada en color blanco sobre un cartel de fondo azul. Estas
precisiones abren la interpretación: H cifra el significante
“hospital”. Se trata, de hecho, de una transliteración ya que de esa
imagen a esta palabra hay toda la distancia de una escritura
ideográfica a una escritura alfabética. No sin provocar la risa
divertida viene la interpretación: la víspera, su psicoanalista había
intervenido de una manera intempestiva y esta H, que remite por
contiguidad a la conminación “¡Silencio!”, viene a significar al
psicoanalista que tiene que mantener su lugar… y nada más.
Con su reinscripción en otra parte (la
operación analítica efectiva), al ser que puede leer su huella se hace
“dependiente de un Otro cuya estructura no depende de él”. Esta fórmula
de Jacques Lacan sitúa la clínica analítica –una clínica del escrito–
como la de los avatares de esta dependencia. Al recorrer aquí sus
diversas formas (toxicomanía, histeria, fobia, fetichismo, paranoia) se
vera desprenderse la instancia de la letra como transliteración.
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