En la
trayectoria filosófica de Gilles Deleuze (nacido en 1925) se pueden
distinguir dos etapas: la de antes y la de después del Anti-Edipo
(1972). La primera está marcada por una serie de investigaciones de
historia de la filosofía en las que se percibe una búsqueda guiada por
una clara preferencia: Hume (1953), Nietzsche (1962), Proust (1964),
Bergson (1966), Espinoza (1969). En cada uno de estos estudios, Deleuze
trata de descubrir las grandes líneas de fuerza, poniendo el acento en
las tensiones más que en las significaciones.
Empirismo y
subjetividad, dedicado a la filosofía de Hume, inaugura pues, esta
serie. Con su vuelta a Hume y el énfasis que éste pone en la fuerza de
la imaginación y el subjetivismo de todo conocimiento, Deleuze anticipa
algo de lo que será su tarea en los años sesenta. "íLa imaginación al
poder!" era el lema de combate del mayo 68, año en que Deleuze escribe
su Diferencia y repetición, creando con su empirismo transcendental
post-kantiano su propia filosofía.
Hoy
tenderíamos a decir en primer lugar que Hume, con su positivismo
crítico, es uno de los grandes anticipadores de las ciencias cognitivas
contemporáneas. Por eso, Empirismo y subjetividad desafía al estudioso a
indagar en qué aspectos el genial escocés inspiró también el tan
creativo y rebelde discurso filosófico francés de las décadas cincuenta y
sesenta. Protector de Rousseau y admirado por los enciclopedistas, la
presencia física y el temprano reconocimiento de Hume en Francia dejaron
sin duda sus huellas imborrables.
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