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sábado, 25 de mayo de 2013

Vigilar y Castigar


 Vigilar y Castigar podría considerarse como una genealogía de la moral por tratarse de un estudio de toda una nueva moral propia del acto de castigar que Foucault rastrea a partir del siglo XVIII según la metamorfosis de los mecanismos punitivos. 

 Foucault describe en detalle como nuevas prácticas legales tienden a invisibilizar el castigo a partir de la desaparición de los suplicios. La penalidad se vuelve púdica y benigna respecto del cuerpo que quedará, en cambio, prendido en un reticulado de coerciones y obligaciones que tienen por blanco la voluntad del sujeto, en una envoltura “no corporal”. Este poder que surge como límite al poder del soberano, no requiere ya del espectáculo punitivo a partir del cual se reafirmaba el derecho ilimitado del rey con la imitación y exacerbamiento del crimen en el cuerpo mismo del criminal. El ceremonial de la pena que lo desplaza deviene proceso administrativo. No persigue ya la expiación del mal del cuerpo sino curar, reformar, corregir, producir un cambio en el individuo.

 En todas estas prácticas penales se relacionan así con un complejo científico jurídico que no solo implica una decisión legal sobre el delito, sino que lleva implícita una apreciación de normalidad y una precisión técnica para una normalización posible. Se inscribe en ellas un nuevo régimen de verdad: un saber, unas técnicas y discursos científicos. En este sentido, Vigilar y Castigar es una genealogía del actual complejo científico judicial, una historia del alma moderna y del poder de juzgar.

 Para llevar adelante esa empresa, Foucault se encuentra con la absoluta necesidad de actualizar, realizar una puesta a punto, de las concepciones del poder que hasta entonces habrían considerado a las relaciones de poder en las sociedades modernas como lo que reprime, epifenómenos de las relaciones económicas capitalistas o según el modelo del poder soberano, como consecuencia de las reglas del derecho . Foucault problematiza esos puntos de vista, creando toda una serie de herramientas filosófico- políticas para pensar las relaciones de poder en las sociedades modernas. 

 Microfísica del poder es el concepto con el que denomina un nuevo tipo de microanálisis que hace posible que la historización de las relaciones de poder no pueda concebirse más como lo que reprime, como un bien o un derecho y tampoco según una cierta evolución. Ni verticalidad ni horizontalidad, sino antes bien una abordaje transversal de estructuras y funcionalidades móviles, devenir antes que historia o genealogía de lo que “hace historia”. En este sentido, esta otra historia efectiva que propone, genealógica, entiende al castigo como una función social compleja y a su metamorfosis considerada según el estudio de las tecnologías políticas del cuerpo, como el lugar “en donde pueda leerse una historia común de las relaciones de poder y de su objeto”. Una historia del cuerpo, juntura en la que se inscriben los sucesos, que permita encontrar, bajo el aspecto de un único carácter, “una proliferación de sucesos a través de los cuales (gracias a los que, contra los que) se ha formado” , por caso, en este trabajo, las sociedades disciplinarias. A la vez, considerar estas materias formadas en las que recae el peso del error y la verdad y sus funciones, puestas en relación con un modo específico de sujeción vinculada a la aparición del hombre como objeto de saber. Problema que ya habría comenzado a estudiar en su arqueología de las ciencias humanas y que ahora, cerca, aísla, lo va sometiendo a un nuevo dominio, desde el punto de vista de una genealogía de la moral, en particular de la voluntad de poder de las ciencias morales y su encuentro con una serie de tecnologías de poder que dan forma, establecen un orden, se expanden y se introyectan en el cuerpo social en los siglos XVIII y XIX .

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