La obra es una rareza de Poe, habitualmente dejada de lado en las
antologías; su historia, sin embargo, es muy interesante, porque está
basada en un caso de nota roja del temprano siglo XIX, que Poe quiso
adaptar y convertir en una suerte de drama isabelino, con escenarios de
época y diálogos en pentámetro yámbico.
Esta estrategia es, básicamente, la misma que la de “El misterio de
Marie Roget”, aquella aventura del detective Dupin que fingía resolver
un crimen realmente cometido: los hechos no cambian pero sí su contexto
y, sobre todo, la forma de contarlos. En la introducción del libro
escribí que Poliziano se parece a “Marie Roget” y varios otros textos centrales de Poe en su intención de transformar
la realidad más que dar la impresión de reproducirla: en anteponer la
subjetividad del artista. Quizá es, incluso, de los primeros trabajos
que permitieron al escritor vislumbrar esta posibilidad creativa.
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