Terminaban los años ´80, el imperio soviético tambaleaba y no sin
sentida preocupación, el tirano y propietario de la Cuba comunista Fidel
Castro, anticipándose a la muy posible implosión de su sponsor
moscovita, el 26 de julio de 1989 en discurso público espetó lo
siguiente: “Porque si mañana o cualquier día, nos despertáramos con la
noticia de que se ha creado una gran contienda civil de la URSS o
incluso nos despertáramos con la noticia de que la URSS se desintegró,
cosa que esperamos que no ocurra jamás, aún en esas circunstancias Cuba y
la revolución cubana seguirían luchando y seguirían resistiendo”.
Mal olfato no tenía el locuaz tirano, pues cuatro meses después caía el
Muro de Berlín y esta histórica proclama suya no fue más que una suerte
de alocución preinaugural de lo que al año siguiente, él mismo junto
con el entonces joven trotskista Ignacio Lula Da Silva (líder del
Partido de los Trabajadores que se consagrara Presidente de Brasil en el
2002) fabricara como estructura paralela o supletoria ante la evidente
agonía del imperialismo ruso: nos referimos al cónclave marxista
conocido como Foro de Sao Paulo, creado en 1990 justamente en la ciudad
de Sao
Paulo.
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