Desde hace siglos el Estado ha sido una de las formas de gobierno
humano, de las más extraordinarias y también de las más temibles. El
hecho de que la crítica política haya reprochado al estado que sea
simultáneamente un factor de individualización y un principio
totalitario resulta muy revelador. Basta observar la racional
idad
del estado naciente y cuál fué su primer proyecto de policía para darse
cuenta que desde dus comienzos, el estado fué a la vez
individualizante y totalitario. Oponer al estado por tanto el individuo y
sus intereses es tan aventurado como oponerlo a la comunidad y sus
exigencias. La racionalidad política se ha desarrollado e impuesto a lo
largo de la historia de las sociedades occidentales. En un primer
momento se ha enraizado en la idea del poder pastoral, más tarde en la
de la razón de Estado. La individualización y la totalización son dos de
sus efectos inevitables. La liberación no puede venir por tanto del
ataque a uno u otro de estos efectos sino al atque de las raíces mismas
de la racionalidad política.
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