La vida moderna, particularmente en las grandes ciudades, está colmada de artificios. En un mundo de concreto y asfalto, de tráfico y ruido constante, queda poco que le recuerde al ser humano su origen natural. Esta vida tan artificial, y sus comodidades asociadas, tiene su precio; la gente citadina, en general, lo ha pagado padeciendo una serie de dolencias y malestares, derivados, en buena medida, de la contaminación, el sedentarismo, la sobrealimentación y el estrés.
En estas circunstancias, las actividades al aire libre adquieren una enorme importancia. Nunca como ahora, durante los días de descanso, los bosques y cualquier otro ambiente natural cercano a las ciudades son visitados por un gran número de personas que practican las más variadas actividades, y así el excursionismo, el ciclismo de montaña, la escalada en roca y los paseos a caballo, por mencionar sólo algunas, se han hecho muy populares.
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