Ya una obra anterior de este autor, Divirtiéndose con un lápiz,
fue recibida con general beneplácito y es usada en todas las escuelas de
los Estados Unidos. Loomis ha escrito ahora un libro más avanzado
destinado a los hombres y mujeres que, conociendo ya los fundamentos del
dibujo, están preparados para iniciarse en su carrera artística.
Para poder ser vendido, un dibujo debe ser bueno, convincente, atrayente. Loomis enseña a sus lectores los elementos que confieren a la labor artística la calidad de buena. Sus capítulos sobre anatomía, planos e iluminación, dibujo de modelos vivientes, la figura en acción, los vestidos, etcétera proporcionan al artista un sólido conocimiento de su arte. Su discusión sobre la idealización y otros recursos del oficio capacitan al lector para producir un trabajo que pueda ser vendido fácilmente.
A intervalos apropiados, Loomis incluye en su libro problemas típicos, es decir, ejemplos de la clase de trabajo que un artista espera le sea confiado por una agencia de publicidad. Dichos ejemplos, específicos y prácticos, infunden al estudiante confianza en su habilidad para realizar verdaderos encargos y le proveen de una indispensable carpeta de modelos. Lo que el autor sugiere sobre el trabajo con modelos, el uso de fotografías, la formación y el mantenimiento de un archivo de asuntos y, en general, la organización de un estudio para la ejecución de trabajos buenos y provechosos, da al lector una experiencia que la mayoría de los artistas sólo adquiere a costa de largas pruebas y métodos erróneos.
La mayor parte de los libros prácticos sobre arte se limitan a un aspecto del problema, mientras que el estudiante necesita una instrucción que coordine todos los hechos básicos. En El dibujo de figura en todo su valor se hallan reunidos todos los fundamentos, tanto estéticos como prácticos, del trabajo comercial. Loomis supone que sus lectores afrontan el problema de ganarse la vida y es desde este punto de vista que ha encarado su libro. Esbozos explicativos y modelos de algunos de sus mejores trabajos aparecen en casi todas sus páginas.
Para poder ser vendido, un dibujo debe ser bueno, convincente, atrayente. Loomis enseña a sus lectores los elementos que confieren a la labor artística la calidad de buena. Sus capítulos sobre anatomía, planos e iluminación, dibujo de modelos vivientes, la figura en acción, los vestidos, etcétera proporcionan al artista un sólido conocimiento de su arte. Su discusión sobre la idealización y otros recursos del oficio capacitan al lector para producir un trabajo que pueda ser vendido fácilmente.
A intervalos apropiados, Loomis incluye en su libro problemas típicos, es decir, ejemplos de la clase de trabajo que un artista espera le sea confiado por una agencia de publicidad. Dichos ejemplos, específicos y prácticos, infunden al estudiante confianza en su habilidad para realizar verdaderos encargos y le proveen de una indispensable carpeta de modelos. Lo que el autor sugiere sobre el trabajo con modelos, el uso de fotografías, la formación y el mantenimiento de un archivo de asuntos y, en general, la organización de un estudio para la ejecución de trabajos buenos y provechosos, da al lector una experiencia que la mayoría de los artistas sólo adquiere a costa de largas pruebas y métodos erróneos.
La mayor parte de los libros prácticos sobre arte se limitan a un aspecto del problema, mientras que el estudiante necesita una instrucción que coordine todos los hechos básicos. En El dibujo de figura en todo su valor se hallan reunidos todos los fundamentos, tanto estéticos como prácticos, del trabajo comercial. Loomis supone que sus lectores afrontan el problema de ganarse la vida y es desde este punto de vista que ha encarado su libro. Esbozos explicativos y modelos de algunos de sus mejores trabajos aparecen en casi todas sus páginas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario