Esta recopilación nació de una emoción. Ella inspiró a uno de nosotros su editorial que apareció el 10 de enero en Le Point. Sí, es legítimo que las autoridades religiosas digan lo que piensan sobre el asunto del matrimonio gay. No, la legislación no debe conformarse a los dogmas y prescripciones de las religiones. Ejercer una presión excesiva en ese sentido no puede más que perjudicar a la paz civil. El creyente no podría prevalecer sobre el ciudadano, y dictarle su conducta.
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