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viernes, 1 de agosto de 2014

Egocentricidad y mística

 

 Una antropología siempre parte de un fenómeno básico. Para Ernst Tugendhat es la estructura predicativa del lenguaje humano, a la que considera como el paso decisivo hacia la manifestación de lo humano dentro de la evolución biológica. Esta estructura implica una serie de características antropológicas, como el decir 'yo', la racionalidad, la responsabilidad, el deseo de reparar injusticias, la necesidad de reconocimiento y de un sentimiento del valor propio. Estas características muestran que el decir 'yo' orienta a los hablantes ineludiblemente a lo moralmente bueno. La paradoja que Tugendhat acentúa aquí es que la incompatibilidad de lo moralmente bueno con una plena realización de sí mismo conduce a que en el lugar egocéntrico mismo en el que se dice 'yo' se abre un espacio para relativizar ese yo, es decir, para la práctica de dar un paso atrás y evaluar así las propias intenciones. Esta posibilidad de dar un paso atrás o de retirarse de sí mismo tiene muchas variantes dignas de interés en la religión y la mística. De ahí que Ernst Tugendhat explora esta actitud particularmente en las antiguas tradiciones de la India y la China, donde se encuentran las raíces de la mística. Pero también hay ciertas huellas místicas en nuestra propia tradición filosófica, como muestra la atención que se ha prestado 'desde Platón a Wittgenstein' a la capacidad y la experiencia del asombro, que también requiere un paso atrás, permitiendo así una mirada con la que el yo se pone fuera del centro. Esta actitud, excelente y cuidadosamente analizada por Tugendhat en todas sus implicaciones, encuentra su mejor expresión en la figura budista del compasivo bodisatva. En este nuevo estudio, Ernst Tugendhat da pues un sentido nuevo y sorprendente a la mística, entendiéndola como una etapa madura en el camino de la ética humana.


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