Jacques-Alain Miller presenta su curso de 1989 como una carrera contra
el reloj. En la prisa, y en tanto asume su posición analizante, elige
trabajar sobre el pequeño detalle, las exquisiteces, los divinos
detalles recortados del Uno que forman series. Es una carrera de doce
clases que tendrá a la tortuga por delante de Aquiles para interrogar el
justo lugar del concepto de goce forjado por Lacan. Como se trata de un
libro sobre el amor, el deseo y el goce en la práctica analítica, no
faltarán las indicaciones directas sobre la transferencia. Evidenciar lo
divino del detalle, tanto en la práctica analítica como en su
elucidación, no implica su eternización, ya que el final del análisis
conlleva la extracción del objeto y por lo tanto su desdivinización, si
cabe la palabra.
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