Hace ciento
treinta años, después de visitar el país de las maravillas, Alicia se
metió en un espejo para descubrir el mundo al revés. Si Alicia renaciera
en nuestros días, no necesitaria atravesar ningún espejo: le bastaría
con asomarse a la ventana. Al fin del milenio, el mundo al revés está a
la vista: es el mundo tal cual es, con la izquierda a la derecha, el
ombligo en la espalda y la cabeza en los pies.
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