Debord traza el desarrollo de una sociedad moderna en la que “Todo lo que una vez fue vivido directamente se ha convertido en una mera representación”. Debord argumenta que la historia de la vida social se puede entender como “la declinación de ser en tener, y de tener en simplemente parecer”. Esta condición en la cual la vida social auténtica se ha sustituido por su imagen representada, según Debord, que “el momento histórico en el cual la mercancía completa su colonización de la vida social”. El espectáculo es la imagen invertida de la sociedad en la cual las relaciones entre mercancías han suplantado relaciones entre la gente, en quienes la identificación pasiva con el espectáculo suplanta actividad genuina. “El espectáculo no es una colección de imágenes”, Debord escribe, “en cambio, es una relación social entre la gente que es mediada por imágenes”. La sociedad del espectáculo proporciona una reinterpretación extensa del trabajo de Marx, más notablemente en su aplicación del fetiche de la mercancía a los medios de comunicación contemporáneos. También amplía el concepto de la enajenación para incluir actividad más allá del trabajo, y expone la política espectacular común de los regímenes soviético y estadounidense.
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