Joseph E. Stiglitz, premio Nobel de economía, ha sido testigo del efecto
devastador que la globalización puede tener sobre los países más pobres
del planeta gracias a su puesto como vicepresidente del Banco Mundial.
En esta obra sostiene que la globalización puede ser una fuerza benéfica
siempre que nos replanteemos el modo en el que ha sido gestionada. El
dolor padecido por los países en desarrollo en el proceso de desarrollo
orientado por el FMI y las organizaciones económicas internacionales ha
sido muy superior al necesario. La economía puede parecer una disciplina
árida, pero las buenas políticas económicas contribuyen a mejorar la
vida de la gente más pobre. Los gobiernos deben y pueden adoptar
políticas que orienten el crecimiento de los países de modo equitativo.
Constituimos una comunidad global y debemos cumplir una serie de reglas
para convivir. Estas reglas deben ser justas, deben atender a los pobres
y a los poderosos, y reflejar un sentimiento básico de decencia y
justicia social.
No hay comentarios:
Publicar un comentario