Nació en la ciudad de este nombre, hacia el año 384 antes de nuestra
era. En Atenas, Aristóteles fundó y dirigió, por espacio de doce años
aproximadamente (335-23), la escuela que, por haberse puesto bajo la
advocación de Apolo Licio, fue llamada el Liceo, y fue una prestigiosa
rival de la Academia platónica. Podríamos suponer
que Aristóteles habría terminado tranquilamente su vida en Atenas,
dedicado a enseñar y escribir; pero los acontecimientos políticos -en
los que él mismo no tomó ninguna parte- le obligaron a interrumpir su
trabajo y a mudar de domicilio. A la muerte de Alejandro, en efecto
(323), levantó cabeza en Atenas el partido antimacedónico, juzgando
haber llegado el momento de la liberación; y los ``macedónicos``, por
tanto, vieron comprometida su vida, su fortuna o su posición y como pasa
en todas estas purgas, fueron objeto de persecución hasta los menos
sospechosos, entre ellos, Aristóteles, por sus antiguas conexiones con
el gobierno de Pela. Con todo lo ridícula que era la acusación, aun
dando por ciertos los hechos en que se fundaba, Aristóteles sabía bien
bastaba el caso trágico de Sócrates que estas denuncias, por
artificiosas que fueran, prosperaban del todo, cuando detrás de ellas
estaba la superstición religiosa o la pasión política. A poca distancia
de la ciudad que al fin le repudiaba, en Calcis, Eubea, tenia,
Aristóteles la propiedad que había heredado de su madre. A ella se
retiró, y pasado apenas un año ( 322) a los 62 de su edad, falleció,
víctima de una antigua dolencia gástrica. La lectura de su testamento,
que nos ha sido conservado en su integridad, es algo que hasta hoy nos
conmueve, por la honda humanidad de que está transido. De todos los que
en alguna forma le rodearon: esposa, hijos: de su sangre y adoptivos,
discípulos y siervos, se ocupa con todo por menor el testador, y termina
con la orden expresa de que sus huesos, donde quiera que llegaren a
estar, descansen con los de Pitias, su primera esposa, la compañera de
su juventud. Por este documento, percibimos cómo Aristóteles fue algo o
mucho más de lo que exclusivamente propende a ver en él la tradición: la
``inteligencia encarnada``.
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